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Los villanos más carismáticos del anime y los videojuegos: cuando odiar se vuelve un placer

 Los villanos más carismáticos del anime y los videojuegos: cuando odiar se vuelve un placer



Hay personajes que uno nunca olvida, y curiosamente, muchos de ellos no son héroes, sino villanos. Sí, esos antagonistas que deberían generarnos rabia o rechazo, pero que terminan robándose la escena con su personalidad, su estilo y hasta con sus frases memorables. En el anime y en los videojuegos, los villanos carismáticos son casi un arte: se convierten en íconos que, aunque los derrotemos una y mil veces, queremos volver a ver.

Pensemos en Orochimaru de Naruto: un ser retorcido, inmortal y lleno de misterio, que a pesar de sus planes oscuros siempre nos dejaba con la sensación de “¿qué hará ahora?”. O en Griffith, de Berserk, un villano que despierta más sentimientos encontrados que cualquier héroe. Su magnetismo es tal que muchos lo odian, pero al mismo tiempo lo entienden. Y eso es lo que hace grande a un antagonista: que no sea plano, que tenga capas, que despierte conversación.

En los videojuegos pasa lo mismo. Sephiroth en Final Fantasy VII es un caso de manual: tiene un diseño imponente, un tema musical que eriza la piel y una historia que lo convierte en algo más que “el malo del juego”. Lo odias, sí, pero también lo admiras. Lo mismo ocurre con Vaas Montenegro de Far Cry 3, un villano que rompió todos los esquemas al ser tan impredecible y tan humano en sus locuras.



¿Por qué nos atraen tanto? Tal vez porque en el fondo los villanos dicen lo que los héroes no se atreven, se mueven sin cadenas, viven al límite y muestran el lado oscuro que todos tenemos, pero que no reconocemos. Son un espejo distorsionado, y al verlos, no solo nos enganchamos con la historia, sino que también nos cuestionamos a nosotros mismos.

El carisma de un villano no se mide solo por lo fuerte que sea o lo temible que parezca, sino por la huella que deja. Y al final, lo que recordamos de una serie o un videojuego muchas veces no es cómo ganó el héroe, sino lo increíble que fue enfrentarse a ese enemigo inolvidable.

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